You may have seen claims in recent weeks that historic records show a global temperature rise could give us sea levels 20 feet higher than the norm. How accurate are these claims, and why is it important that we take this issue seriously?

The reports are a result of a University of Florida study that was recently published in the journal Science. The researchers, including lead author Andrea Dutton, wanted to investigate how historically Greenland and Antarctic ice sheets have reacted to global temperature rises and therefore get a glimpse of how current climate change might impact our sea levels.

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Nobody knows what our skies looked like before fossil fuel burning began; today, about half the cloud droplets in Northern Hemisphere skies formed around particles of pollution. Cloudy skies help regulate our planet’s climate and yet the answers to many fundamental questions about cloud formation remain hazy.

Satellites use chlorophyll’s green color to detect biological activity in the oceans. The lighter-green swirls are a massive December 2010 plankton bloom following ocean currents off Patagonia, at the southern tip of South America.NASA

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A new study of ocean temperature measurements shows that in recent years, extra heat from greenhouse gases has been trapped in the subsurface waters of the Pacific and Indian oceans, thus accounting for the slowdown in the global surface temperature increase observed during the past decade, researchers say.

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How clouds form and how they help set the temperature of the earth are two of the big remaining questions in climate research. Now, a study of clouds over the world's remotest ocean shows that ocean life is responsible for up to half the cloud droplets that pop in and out of existence during summer.

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Una colección de egagrópilas (restos de alimento de ave regurgitados) fosilizadas en Utah sugiere que cuando la Tierra pasó por un período de rápido calentamiento hace unos 13,000 años, la comunidad de mamíferos pequeños era estable y resistente y, como especies individuales, cambiaban junto con el hábitat y el paisaje.

Por el contrario, los cambios de origen humano en el medio ambiente desde finales de 1800, han causado una enorme caída en la biomasa y el “flujo de energía” en esta misma comunidad, informaron los investigadores hoy en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

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Señales con la leyenda "No nadar" ya han aparecido este verano a lo largo de las costas donde las bacterias fecales han invadido las aguas que anteriormente eran invitantes. Algunos turistas ignoran las señales, mientras que otros se resignan al bronceado y a jugar en la playa. Pero, aquéllos que evitan el agua, ¿deben desconfiar de la arena, también? Una nueva investigación publicada en la revista ACS Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente menciona razones por las que la respuesta podría ser "sí".

Las aguas costeras contaminadas con aguas residuales pueden provocar dolores de estómago, diarrea y erupciones cutáneas para aquéllos que tragan accidentalmente microbios nocivos o entran en contacto con ellos. Pero en la última década, los científicos han estado encontrando bacterias fecales en la arena de playa en los niveles de 10 a 100 veces más altos que en las cercanías del agua de mar. Tao Yan y sus colegas querían averiguar por qué.

En el laboratorio, los investigadores crearon microcosmos de arena de playa y agua de mar contaminada con aguas residuales para ver cómo las poblaciones bacterianas totales, incluidos los habitantes de fecales responsables de causar la enfermedad, podrían cambiar con el tiempo. Ellos encontraron que las comunidades microbianas tendieron a decaer mucho más lento en el entorno de la arena de playa simulada que en el agua, lo que podría ayudar a explicar por qué las bacterias fecales más se encuentran en las playas arenosas afectadas por la contaminación de aguas residuales que en las olas.

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