En la jungla de asfalto en el centro de una ciudad, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) están dominados por los combustibles fósiles quemados por las densas concentraciones de coches y edificios. Investigadores de la Universidad de Boston (UB) han demostrado ahora, sin embargo, que en las áreas metropolitanas que rodean el núcleo de la ciudad, las raíces de las plantas y la descomposición de la materia orgánica en el suelo emite suficiente CO2, en un proceso denominado "respiración del suelo", como para hacer una (inesperada) gran contribución a las emisiones totales.
En la jungla de asfalto en el centro de una ciudad, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) están dominados por los combustibles fósiles quemados por las densas concentraciones de coches y edificios. Investigadores de la Universidad de Boston (UB) han demostrado ahora, sin embargo, que en las áreas metropolitanas que rodean el núcleo de la ciudad, las raíces de las plantas y la descomposición de la materia orgánica en el suelo emite suficiente CO2, en un proceso denominado "respiración del suelo", como para hacer una (inesperada) gran contribución a las emisiones totales.
De hecho, del análisis de CO2 liberado de la respiración del suelo en 15 sitios a través de Boston, los científicos de la UB encontraron que, durante la temporada de crecimiento, las emisiones de gas de efecto invernadero procedentes del suelo pueden acercarse a las de los combustibles fósiles en zonas residenciales densamente pobladas. Este es el primer estudio de CO2 del suelo urbano que llega a esta gran escala e integra un modelo de alta resolución tanto de la respiración del suelo como de las emisiones de combustibles fósiles locales; esta investigación contribuirá a mejorar las evaluaciones de los programas de acción climática.
"Muy cerca de este centro de la jungla de asfalto, donde se tiene una gran cantidad de emisiones de combustibles fósiles y sin suelo, se tiene zonas residenciales que tienen emisiones menores de combustibles fósiles y una gran cantidad de suelo", dice Stephen Decina, un estudiante de doctorado y autor principal en un artículo publicado en la revista Environmental Pollution. "Durante la temporada de crecimiento, las emisiones de CO2 de la respiración del suelo son casi el 75 por ciento de las emisiones de combustibles fósiles en esas áreas. En algunos lugares, en realidad son más altos que las emisiones de combustibles fósiles."
"Estos flujos biológicos son mucho más grandes de lo que se espera", dice Lucy Hutyra, Profesora Asociada de la Tierra y del Medio Ambiente y coautor del artículo. "En nuestro esfuerzo para monitorear, verificar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en las ciudades, realmente tenemos que prestar atención a esto."
Decina y sus colegas midieron las emisiones de CO2 en los parches de tierra alrededor de Boston en zonas metropolitanas, cada dos semanas durante la estación de crecimiento, encontrando que las emisiones de los gases son más altas y las mediciones no se ven obstaculizadas por la nieve.
"Hemos encontrado que la tasa media de CO2 que sale de la tierra es más alta en zonas tales como jardines, seguido por zonas con un césped, y es más baja en los bosques urbanos", dice.
Estas tasas de liberación de CO2 en general, reflejan el nivel de las intervenciones humanas en cada lugar. "La gente suele atender sus macizos de flores más que a sus céspedes y, en general, dejan sus bosques abandonados", señala Decina
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Imagen de tierra urbana vía Shutterstock