Mientras se debate sobre regulaciones de la EPA propuestas este mes para limitar la liberación del metano, ese potente gas de efecto invernadero, durante las operaciones de fracturamiento hidráulico, un nuevo estudio de la Universidad de Vermont financiado por la Fundación Nacional de Ciencias muestra que los pozos de petróleo y gas abandonados cerca de sitios de fracking, pueden ser conductos de escape de metano que no se está midiendo actualmente.
Mientras se debate sobre regulaciones de la EPA propuestas este mes para limitar la liberación del metano, ese potente gas de efecto invernadero, durante las operaciones de fracturamiento hidráulico, un nuevo estudio de la Universidad de Vermont financiado por la Fundación Nacional de Ciencias muestra que los pozos de petróleo y gas abandonados cerca de sitios de fracking, pueden ser conductos de escape de metano que no se está midiendo actualmente.
El estudio, que se publicará en “Water Resources Research” en el mes de octubre, demuestra que las fracturas en la roca circundante producidas por el proceso de fracturación hidráulica son capaces de conectarse a pozos de petróleo y gas abandonados, comunes en las zonas de fractura hidráulica, pueden proporcionar una vía para el escape a la superficie del metano.
Un artículo reciente publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias mostró que la liberación de metano medido en pozos abandonados cerca de sitios fracking, puede ser importante, pero no investigó cómo se produce el proceso.
"El debate sobre las nuevas normas de la EPA tiene que tomar en cuenta el sistema, del cual las operaciones de fracking con frecuencia forman parte, que incluye una red de pozos abandonados que puede efectivamente ser un conducto para llevar el metano a la superficie", dijo el autor principal del nuevo estudio, James Montague, un estudiante de doctorado de ingeniería ambiental en la Universidad de Vermont, quien co-escribió el documento con George Pinder, profesor de ingeniería ambiental en la Universidad.
El estudio se centró en un área en el estado de Nueva York sustentada por la formación Marcellus Shale, que había sido objeto de fracking hasta que la prohibición entró en vigor en el Estado, en el verano de 2015.
La formación compuesta por capas de esquisto e hidrocarburos, está por debajo de la tierra que ha sido el escenario de perforación convencional de petróleo y gas desde la década de 1880, cuando las compañías petroleras estadounidenses comenzaron a operar.
Alrededor de 40,000 pozos existentes en Nueva York, 30,000 de los cuales están ubicados dentro de la huella de la formación Marcellus, están documentados por el Departamento de Conservación Ambiental del Estado. Pero el departamento estima que 70,000 pozos en total se han perforado.
Debido a que no se conoce la ubicación de tantos pozos, un fenómeno común en muchas regiones donde fracking tiene lugar, el estudio utiliza un modelo matemático para predecir la probabilidad de que las fracturas hidráulicamente inducidas de un nuevo pozo colocado aleatoriamente conectaran a un pozo existente.
El modelo ubicó la probabilidad de que nuevas fracturas de fracking en la formación Marcellus, conectaran a un pozo existente entre un 0,03 por ciento y 3 por ciento.
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Imagen de perforación de fracking vía Shutterstock