La capacidad para suministrar electricidad continua para refrigeración es uno de los elementos más importantes del sistema de distribución de alimentos hoy en día.
El uso de la energía generada en base a combustibles fósiles para refrigerar y congelar los alimentos durante todo el día produce mucha contaminación: las emisiones de carbono y gases de efecto invernadero que están calentando el clima a escala global, así como las emisiones de una gama de productos químicos potencialmente tóxicos que agotan la capa de ozono y acaban con nuestras corrientes de agua y el suelo.