Señales con la leyenda "No nadar" ya han aparecido este verano a lo largo de las costas donde las bacterias fecales han invadido las aguas que anteriormente eran invitantes. Algunos turistas ignoran las señales, mientras que otros se resignan al bronceado y a jugar en la playa. Pero, aquéllos que evitan el agua, ¿deben desconfiar de la arena, también? Una nueva investigación publicada en la revista ACS Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente menciona razones por las que la respuesta podría ser "sí".
Las aguas costeras contaminadas con aguas residuales pueden provocar dolores de estómago, diarrea y erupciones cutáneas para aquéllos que tragan accidentalmente microbios nocivos o entran en contacto con ellos. Pero en la última década, los científicos han estado encontrando bacterias fecales en la arena de playa en los niveles de 10 a 100 veces más altos que en las cercanías del agua de mar. Tao Yan y sus colegas querían averiguar por qué.
En el laboratorio, los investigadores crearon microcosmos de arena de playa y agua de mar contaminada con aguas residuales para ver cómo las poblaciones bacterianas totales, incluidos los habitantes de fecales responsables de causar la enfermedad, podrían cambiar con el tiempo. Ellos encontraron que las comunidades microbianas tendieron a decaer mucho más lento en el entorno de la arena de playa simulada que en el agua, lo que podría ayudar a explicar por qué las bacterias fecales más se encuentran en las playas arenosas afectadas por la contaminación de aguas residuales que en las olas.