La capacidad de todos los niños de tener éxito en la escuela se ve influida por muchos factores externos: la calidad del profesorado, la paternidad, la pobreza, la geografía, por nombrar algunos. Pero muy poca atención se ha prestado a la influencia de las paredes de las habitaciones de un niño o, más bien, a la pintura que está en ellas y al plomo que puede estar en esa pintura.
Un nuevo estudio publicado en el Harvard Educational Review sugiere que los esfuerzos para reducir la exposición al plomo de los niños han conducido a logros académicos tangibles en Massachusetts.
La investigadora Jessica Wolpaw Reyes, profesora asociada de economía en la Universidad de Amherst, ha estado estudiando los efectos de la exposición al plomo desde la década de 1990. El metal despertó su interés cuando era un estudiante de posgrado en Harvard, cuando estaba embarazada de su primer hijo y viviendo en una vieja casa rica en plomo.